arquitectura y hogar

Las bacterias de un pulpo hacen la luz

Antes de estudiar diseño, Teresa van Dongen estudió biología. Eso explica mucho de su proyecto más reciente, la lampara Ambio.  Se trata de un elegante accesorio de iluminación de bronce que prescinde de las típicas bombillas incandescentes. Su fuente de luz son bacterias bioluminiscentes que se encuentran en los tentáculos del pulpo. Cuando se expone al oxígeno, estos microorganismos emiten un tono de suave azul que brilla como una luz nocturna orgánica.

La diseñadora holandesa creó la lámpara como proyecto de graduación en la Academia de Diseño de Eindhoven. Comenzó como una investigación sobre la forma en que podría ser capaz de utilizar las nuevas formas de energía para producir iluminación. Van Dongen se puso en contacto con algunos de sus viejos profesores de biología y comenzó a experimentar con algas bioluminiscentes, pero resultó que estas son capaces de despertar brevemente con la luz cada 30 minutos en lugar de emitir una iluminación de larga duración. La bacteria Photobacterium, por el contrario, es capaz de brillar intensamente durante largos períodos de tiempo, siempre y cuando se exponga al oxígeno. Para eso hace falta movimiento y así se le ocurrió que la lámpara fuera además una instalación móvil que se activa con el juego de unos contrapesos. De momento, la bacteria solo tiene unos pocos días de esperanza de vida y, para que emita la luz suficiente como para leer un libro, sería necesario replicarla sintéticamente. Con todo, la idea es brillante.

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