arquitectura y hogar

Individualismo cooperativo

Un moshav (que viene a ser algo bastante parecido a una cooperativa kibbutz) se tiende a imaginar como un lugar impersonal, donde triunfa el esfuerzo colectivo y no las hazañas individuales. Pues no tiene por qué ser así. En el de Habonim, al norte de Israel, el estudio de Heidi Arad proyectó esta sensacional casa abierta al mar, justo en las faldas del parque natural del Monte Carmelo. Una oda a la excepción familiar.

Se trata de una vivienda contemporánea de 250 metros cuadrados, cortada por precisos ángulos rectos. Se abre al mar con la ayuda de puertas correderas. El resto de la fachada se cubre de blanco mediterráneo, interrumpido por revestimientos de madera. Dentro, el suelo es del mismo material para aportar calidez y la decoración es la justa. La ventilación está garantizada gracias a los grandes ventanales y el agua de lluvia se recoge en un tanque para uso doméstico.

 

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