arquitectura y hogar

Enterrados en la falsa montaña


Holanda no es un país completamente plano: cuenta con alguna que otra colina. Escondida entre ellas se camufla esta casa que su dueño pidió que pasara inadvertida para no alterar el paisaje. Así que la solución no fue enterrarla en uno de esos montículos únicos –venerados casi como deidades–, sino que se hizo lo propio, miméticamente, en una colina artificial. Concebida por el estudio Denieuwegeneratie, se la llamó la Dutch Mountain House; sí, la casa holandesa de la montaña, lo que suena a chiste después de esta descripción orográfica. Desde luego, sus diseñadores se divirtieron construyéndola.    

Un viejo Jaguar hace las veces de biblioteca, las patas de la mesa de la cocina son latas recicladas y unas escaleras se montan con monopatines pintados de blanco. Puro detalle. Puro juego. Y nada como ver la casa cubierta por un manto de nieve, lo que refuerza todavía más la sensación de estar cubierta por el terreno. Cuando se asoma, lo hace a través de grandes ventanales que reciben los rayos del sol para calentarla por dentro.

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